Su paisaje se caracteriza por picos nevados y suelos pedregosos. Allí, reparadas del viento, crecen una variedad de especies de flora como el senecio del cerro Carbón (Senecio carbonensis), la nasauvia (Nassauvia pulcherrina) y el cuye colorado (Oxalis adenophylla), entre otros. Durante la primavera y el verano, estas especies florecen comenzando así la fase reproductiva de las plantas. A través de los insectos, se da un proceso ecológico de gran importancia, la polinización, que consiste en la transferencia de granos de polen de la parte masculina de una flor a la parte femenina de otra o de la misma flor. Para garantizar el éxito de la polinización, las especies producen flores llamativas con el objetivo de atraer insectos y aprovechar al máximo ese período que podría verse interrumpido por precipitaciones en forma de nieve incluso durante el verano. El resultado de esta transferencia es la fecundación de la planta para que la especie se perpetúe y propague.

En este ambiente, conviven también especies de fauna como el zorro colorado (Lycalopex culpaeus) que al ser omnívoro se alimenta tanto de plantas como de animales. Ejemplos de su alimentación pueden ser las lagartijas o los huevos que ponen las aves, como las del gaucho serrano (Agriornis montanus) . Por otro lado, el puma (Puma concolor), el felino carnívoro más grande del Parque se encuentra en el tope de la pirámide alimentaria, caza y se alimenta de otras presas como el zorro. Estos depredadores se los conoce como “depredadores tope” y son responsables de regular los niveles poblacionales de sus presas y de la diversidad de especies en los ecosistemas. Al no tener depredadores naturales su deceso se da por causas naturales en la naturaleza y es allí, donde el cóndor (Vultur gryphus), el ave carroñera más grande del área protegida, aprovecha el cuerpo del puma para alimentarse.